sábado, 22 de enero de 2011

Una tarde en Tarazona

El sol impregnaba mi viejo vehiculo de luz y calor, de una paz que asustaba.
Los amarillentos paisajes de Tarazona, se disfrazaban de diferentes formas y colores para recibirnos, de amapola y lavanda, hiervabuena o jazmin.
Las tardes eran perfectas, con baños y mas baños bajo el sol,
hasta que las golondrinas nos avisaban desde su torre, la hora de nuestra obligada partida.
El sol de media tarde que parecia caerse, nos acompañaba de vuelta a casa,
dejando atras irremediablemente, aquellos locos y maravillosos viajes relampago hacia la libertad,
hacia la luz y calor que impregnaba mi viejo vehiculo,
de una paz que asustaba.

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